Continuando la serie que comenzamos con Los Selenitas, hoy añadimos dos nuevas fotos de Robles a finales de los 60, cedidas también por cortesía de Legionem.
En la foto superior derecha, en primera fila un jovencísimo Chencho recostado sobre Eusebio. Detrás en segunda fila Joaquín y Luis, al fondo de pie Julio el del Campo y Nemesio.
En la foto inferior izquierda en primer plano Luis, Joaquín y Chencho.
Esperemos que estas fotos sirvan de grato recuerdo a los muchos amigos que tenía Chencho cuando aún estaba entre nosotros.
Al fondo se aprecia un detalle, que hoy en día ya no se ve, pero que permanece en la retina de los que vivieron en aquella época: dos chopos que han sido podados y están coronados por un penacho de ramas. Por entonces todavía se podaban los chopos, y se dejaban secar las ramas en las tenadas para con la hoja alimentar al ganado (fundamentalmente caprino) en invierno, utilizándose la madera sobrante como combustible.
19 mayo, 2006
16 mayo, 2006
Los topónimos: La Valcueva
Uno de los topónimos al que necesariamente tenemos que hacer referencia en El blog de Robles de la Valcueva, es precisamente el de Valcueva, que designa tanto a un valle, el valle de la Valcueva, como a un pueblo, La Valcueva, y que además presta el apellido a los otros dos pueblos que asientan en ese valle, es decir Palazuelo de la Valcueva, y Robles de la Valcueva.
El valle de la Valcueva se extiende de este a oeste desde la collada de Aviados al cruce de carreteras de Robles (cruce de la carretera L-311 o León-Collanzo con la C-626 o Cervera-La Magdalena), y está surcado en su parte mas profunda por un arroyo conocido como "la presa" por los habitantes del valle. Los tres pueblos que asientan en el valle han estado históricamente muy vinculados entre sí, y hasta 1906, año en que Robles de la Valcueva se dota de parroquia propia, compartieron parroquia y cementerio: la parroquia de San Martín de Palazuelo y el cementerio anejo a dicha iglesia que con el tiempo se desplazó hasta el camino de Roberasa en las proximidades de la iglesia. La iglesia de San Martín situada en Palazuelo de la Valcueva fue en otros tiempos conocida como iglesia de La Valcueva.
La solución que la mayoría de la gente aporta al topónimo Valcueva es la de "vallis cova o valle de la cueva", y a esa tesis se suma don Maximiliano González Flórez en su libro La ribera del Torío (ver pag 86 y 127). Sin embargo esa solución tiene el inconveniente de que falla el referente, pues en todo el valle no hay una cueva digna de tal nombre, a no ser la conocida como cueva de San Pelayo que está situada en la base de Peña Cantable, en el término de La Valcueva, y a la que se puede acceder desde el camino de La Arbea. En la foto adjunta podemos ver al autor de este texto junto a la cueva de San Pelayo, apreciándose el tamaño de la misma por proporción con el de una persona. Aunque el nombre de San Pelayo (santo que gozó de gran devoción en la edad media, nacido en Tuy y que siendo niño fue martirizado en Cordoba en la época del califato) pudiera sugerir antigüedad a la cueva, y hay quien cree que en ella pudo haber una ermita dedicada al santo en tiempos remotos, dicha cueva no es una cueva importante que pudiera haber dado denominación a todo el valle, no es habitable, y por su pequeña entidad es desconocida por la mayoría de los habitantes del valle.
Nosotros creemos más verosímil la solución que aporta Pascual Riesco Chueca quien sostiene que el calificativo cueva provine de cŏvus ‘hueco, cóncavo’ en latín vulgar; así pues, Valcueva es ‘valle encajado, hondo’. Es forma toponímica común, sinónima y pariente de los nombres de lugar Valcavado.
El valle de la Valcueva se extiende de este a oeste desde la collada de Aviados al cruce de carreteras de Robles (cruce de la carretera L-311 o León-Collanzo con la C-626 o Cervera-La Magdalena), y está surcado en su parte mas profunda por un arroyo conocido como "la presa" por los habitantes del valle. Los tres pueblos que asientan en el valle han estado históricamente muy vinculados entre sí, y hasta 1906, año en que Robles de la Valcueva se dota de parroquia propia, compartieron parroquia y cementerio: la parroquia de San Martín de Palazuelo y el cementerio anejo a dicha iglesia que con el tiempo se desplazó hasta el camino de Roberasa en las proximidades de la iglesia. La iglesia de San Martín situada en Palazuelo de la Valcueva fue en otros tiempos conocida como iglesia de La Valcueva.
La solución que la mayoría de la gente aporta al topónimo Valcueva es la de "vallis cova o valle de la cueva", y a esa tesis se suma don Maximiliano González Flórez en su libro La ribera del Torío (ver pag 86 y 127). Sin embargo esa solución tiene el inconveniente de que falla el referente, pues en todo el valle no hay una cueva digna de tal nombre, a no ser la conocida como cueva de San Pelayo que está situada en la base de Peña Cantable, en el término de La Valcueva, y a la que se puede acceder desde el camino de La Arbea. En la foto adjunta podemos ver al autor de este texto junto a la cueva de San Pelayo, apreciándose el tamaño de la misma por proporción con el de una persona. Aunque el nombre de San Pelayo (santo que gozó de gran devoción en la edad media, nacido en Tuy y que siendo niño fue martirizado en Cordoba en la época del califato) pudiera sugerir antigüedad a la cueva, y hay quien cree que en ella pudo haber una ermita dedicada al santo en tiempos remotos, dicha cueva no es una cueva importante que pudiera haber dado denominación a todo el valle, no es habitable, y por su pequeña entidad es desconocida por la mayoría de los habitantes del valle.
Nosotros creemos más verosímil la solución que aporta Pascual Riesco Chueca quien sostiene que el calificativo cueva provine de cŏvus ‘hueco, cóncavo’ en latín vulgar; así pues, Valcueva es ‘valle encajado, hondo’. Es forma toponímica común, sinónima y pariente de los nombres de lugar Valcavado.
03 mayo, 2006
Teodosio Fernández Rodríguez
Aunque hasta ahora las dos reseñas publicadas bajo el nombre de Gente han sido necrológicas, nuestra intención es incluir también información sobre personas ilustres de Robles de la Valcueva que aún están entre nosotros, y este es el caso de Teodosio, hijo de Robles que ha alcanzado la más alta dignidad académica, la de catedrático de universidad:
Teodosio Fernández Rodríguez
Nacido en Robles de la Valcueva en 1949, estudió en las universidades de Oviedo y Complutense. Se licenció en esta última en Filosofía y Letras (sección de Filología Hispánica, subsección de Literatura Hispánica), y se doctoró con una tesis sobre el teatro chileno contemporáneo, que constituyó el primero de sus libros.
Catedrático de literatura hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM de 1986 a 1989. Fue miembro de la dirección del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, y el primer presidente de la Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos (1993-1998). Es miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua. Su actividad docente e investigadora se ha centrado fundamentalmente en la literatura latino-americana en lengua española, con atención especial a su significación en los procesos políticos y culturales de los siglos XIX y XX.
Entre sus publicaciones se cuentan: El teatro chileno contemporáneo (1941-1973) (1982), La poesía hispanoamericana en el siglo XX (1987), La poesía hispanoamericana hasta el final del modernismo (1989), Los géneros ensayísticos hispanoamericanos (1990) y Literatura hispanoamericana: sociedad y cultura (1998). Ha editado Amalia de José Mármol (1984). Huasipungo de Jorge Icaza (1994), y Garduña de Manuel Zeno Gandía (1996), así como el volumen Teoría y crítica literaria de la emancipación hispanoamericana (1997). Su obra es tan vasta que lo reseñado no es más que una pequeña parte, y posiblemente se nos queden fuera alguna de sus obras más significativas. Para el que tenga interés, en internet se puede tener acceso a la lectura de alguna de sus obras.
Para hacernos una idea de la importancia del español en hispanoamerica, deciros que a día de hoy el español es una lengua esencialmente americana, y que la gran mayoría de los grandes escritores de los últimos tiempos y con quienes hemos disfrutado todos los que nos gusta la lectura son hispanoamericanos: Rulfo, Neruda, Borges, Octavio Paz, Vargas Llosa, Onetti, Roa Bastos, García Márquez, Cortazar, Isabel Allende, Cabrera Infante, Zoe Valdés...
Teodosio Fernández Rodríguez
Nacido en Robles de la Valcueva en 1949, estudió en las universidades de Oviedo y Complutense. Se licenció en esta última en Filosofía y Letras (sección de Filología Hispánica, subsección de Literatura Hispánica), y se doctoró con una tesis sobre el teatro chileno contemporáneo, que constituyó el primero de sus libros.
Catedrático de literatura hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM de 1986 a 1989. Fue miembro de la dirección del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, y el primer presidente de la Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos (1993-1998). Es miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua. Su actividad docente e investigadora se ha centrado fundamentalmente en la literatura latino-americana en lengua española, con atención especial a su significación en los procesos políticos y culturales de los siglos XIX y XX.
Entre sus publicaciones se cuentan: El teatro chileno contemporáneo (1941-1973) (1982), La poesía hispanoamericana en el siglo XX (1987), La poesía hispanoamericana hasta el final del modernismo (1989), Los géneros ensayísticos hispanoamericanos (1990) y Literatura hispanoamericana: sociedad y cultura (1998). Ha editado Amalia de José Mármol (1984). Huasipungo de Jorge Icaza (1994), y Garduña de Manuel Zeno Gandía (1996), así como el volumen Teoría y crítica literaria de la emancipación hispanoamericana (1997). Su obra es tan vasta que lo reseñado no es más que una pequeña parte, y posiblemente se nos queden fuera alguna de sus obras más significativas. Para el que tenga interés, en internet se puede tener acceso a la lectura de alguna de sus obras.
Para hacernos una idea de la importancia del español en hispanoamerica, deciros que a día de hoy el español es una lengua esencialmente americana, y que la gran mayoría de los grandes escritores de los últimos tiempos y con quienes hemos disfrutado todos los que nos gusta la lectura son hispanoamericanos: Rulfo, Neruda, Borges, Octavio Paz, Vargas Llosa, Onetti, Roa Bastos, García Márquez, Cortazar, Isabel Allende, Cabrera Infante, Zoe Valdés...
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